Ahora bien, el análisis interno y externo, como
esa estrategia de planificación, que permite efectuar un diagnostico
situacional en una organización, en un momento del tiempo determinado, se
orienta a evaluar los factores positivos y negativos que están dentro de la
empresa, es decir, las fortalezas como esas bondades con las que se cuentan
para lograr el desarrollo efectivo de las actividades operativas y administrativas,
son relevantes al momento de posicionarse en el mercado; así mismo tenemos las
debilidades, como los elementos adversos que dificultan, traban y minimizan los
efectos de crecimiento organizacional; donde tales factores son manipulables
por la gerencia, de manera tal, que pueden incidir en cambiar el estatus
inicial.
En ese mismo sentido, los factores externos, no
son manejables por la organización, debido a que el entorno donde se encuentra
compitiendo la empresa, es objeto de una serie de normas, políticas,
adversidades, indicadores, controles, entre otros, que afectan directamente o
indirectamente las actividades empresariales, de manera tal que deben tomar en
cuenta esos elementos negativos y positivos que nos presente el entorno, para
lograr establecer estrategias y alternativas de cambio.