El enfoque positivista como instrumento válido para darle explicación, a
los hechos y experiencias, tiene sus fortalezas fundamentadas en la ciencia
misma; más allá de las posturas, apreciaciones y percepciones individuales, su
esencia radica en la “observación” como mecanismo para describir, caracterizar
y detallar conductas en la sociedades; en efecto, a mi entender este enfoque
tiene su majestuosidad por innovar, producir, crear, fomentar experiencias y
conocimiento a partir del análisis de los hechos sociales a través de
opiniones, ideas, fenómenos, estudios de casos, entre otros, a los fines de
solucionar problemáticas concretas que afectan la sociedad.
En ese contexto, la científica mexicana Julieta Fierro expresó en una
entrevista estructurada que “la única manera que la humanidad tiene para
sobrevivir es la innovación”, es decir, la capacidad que tiene
el hombre para generar conocimiento es inagotable, es infinita y esto hace del
enfoque positivista una fortaleza para fomentar transformaciones y cambios en
la humanidad; como lo describió Comte a mediados del siglo XIX “las ideas
gobiernan el mundo”, esas ideas forman parte de las técnicas e
instrumentos para dar explicación a los hechos sociales observables que tienen
y tendrán vigencia a lo largo de la historia.
Finalmente, mi postura individual frente a las fortaleza del este
enfoque, versa dada su naturaleza en sus dos formas históricas: lo social
(nuevo orden social) y lo evolucionista (progreso); por ejemplo estudiar los
hechos que a finales del siglo pasado y comienzo del siglo XXI han marcado a
las naciones de la región latinoamericana en su sociedades, a través de hechos
observables que las han transformado, como investigadores cada uno de nosotros
a partir de allí juzgará los efectos positivos o negativos que considere.