Empecemos
por valorar los resultados de los comicios que configuran el poder legislativo para
el periodo 2016-2021, el partido socialista unido de venezuela (PSUV),
conjuntamente con las organizaciones políticas que aglomeraron el gran polo
patriótico (GPP), alcanzó en términos absolutos 55 escaños en el seno del
parlamento, lo cual representa del total de los curules el 33%, con 5.599.025 votos, mientras que la
coalición opositora que integran los partidos políticos: primero justicia (PJ),
Acción Democrática (AD), un Nuevo Tiempo (UNT), Voluntad Popular (VP), entre
muchas otras, denominada mesa de la unidad democrática (MUD) se alzó con 112
diputados que constituyen el 67% del total del legislativo, que ascienden a 7.707.422
de votos.
Estos
resultados revelan una decisión contundente del pueblo venezolano sobre el
destino de la nación, más allá de incrustarnos en los origines que le dieron la
tendencia a favor de la coalición opositora, es un camino de reflexión sobre
las valoraciones que hizo el soberano respecto a la gestión que el parlamento
saliente realizó durante los últimos cinco años y sobre la actuación del
Ejecutivo Nacional en materia económica. Si bien es cierto, que el país
atraviesa por una de las más férreas crisis económica y social llámese estructural
o coyuntural, esto desde el punto de vista que cada quien estime, los síntomas revelan
que hay una enfermedad que atacar en la economía, la cual tiene muchas señales:
En
primer lugar, el estado nacional con sus instituciones deben ser garante del cumplimiento
de las normas y leyes, refiero esto, debido que la nación carece de memoria en
términos económicos, el Banco Central de Venezuela (BCV) debe mostrar a la
sociedad los principales indicadores macroeconómicos a los efectos de
visualizar hacia donde se dirige el país, pues, por cualesquiera que sean las
razones para no publicar cifras, es inefable no hacerlo, genera incertidumbre
en la población.
Igualmente,
urge promover, fomentar, diseñar e implementar un programa de recuperación
económica que abarque la política fiscal (para usar racionalmente los recursos
públicos, evitando gastos innecesarios y optimizando su utilización), política
monetaria que contrarreste el flagelo de la inflación, en la cual el venezolano
pierde poder adquisitivo sobre el valor de la unidad monetaria, que más allá de
buscar ajustes salariales casi que trimestrales, se fortalezca la moneda
nacional con miras a elevar el nivel de compras para el pueblo; organizar las
finanzas públicas con transparencia, evitando discursos vacíos o slogan, un
fenómeno que está haciendo estragos a su paso sin muro que lo detenga es la
corrupción, adueñándose de los dineros públicos para el beneficio individual
(aquí los órganos de control y fiscalización nacional, regional y local deben
actuar sin piedad, sin influencias ante el más despiadado de los delitos en las
administraciones públicas).
El
problema de la nación no es de recursos naturales, es fundamentalmente de
planificación, organización, seguimiento, control y evaluación de las finanzas
públicas (la gerencia como instrumento de desarrollo y la profesionalización
del capital intelectual es la piedra angular para transformar, uno de los
atributos de las organizaciones excelentes, es zapatero a su zapato), esto
genera que se avance en la ejecución de las políticas públicas para la sociedad
en general, donde las demandas son infinitas y los recursos limitados.
Por
ello, los resultados obtenidos son el reflejo del rol que cumplió un poder
legislativo y que cumple en la actualidad el ejecutivo nacional en el ámbito
económico y productivo, donde el pueblo valoró y valora su accionar y en
consecuencia buscó un equilibrio en los poderes públicos, qué contrarreste la
corrupción desbordada en el gobierno nacional, los gobiernos regionales y
locales.
Para
contextualizar, en días atrás el Ex-presidente Español, el socialista José Luis
Rodríguez Zapatero como acompañante del proceso electoral venezolano, afirmó en
el marco de la neutralidad en el ejercicio de la gestion publica: “Separar bien lo que son las instituciones
de los partidos, digamos que esto no es solo un problema que yo habría podido
ver aquí, pasa en muchos sitios pero hay que procurar esforzarse en eso, en
todas las administraciones, en todos los servidores públicos lo sean y parezcan
que lo son de todos y para todos y especialmente aquellos que son más
importantes en un estado“.
Tanto
el gobierno nacional como los actores salientes del parlamento, deben analizar
con detenimiento los factores reales que incidieron en el resultado obtenido,
sin buscar culpables que justifiquen este revés electoral avasallante, por
ejemplo: evaluar la gestión pública general (ministerios, gobernaciones y
alcaldías), el modelo de desarrollo económico (desarrollo endógeno, exógeno o
economía de puertos), el flagelo de la corrupción (el cáncer actual de la
gestion gubernamental), la política fiscal, monetaria y cambiaria; así como
también, las figuras que integran el alto buró político del partido de
gobierno.
Finalmente,
la coalición opositora debe administrar con precisión, la confianza y victoria
que el pueblo venezolano por las razones que fueran, depositó en la alianza del
cambio enmarcada en la mesa de unidad democrática (MUD), para que lleven las
riendas de uno de los poderes públicos electos directamente por el voto
popular, que tenga un rol de construir soluciones para enfrentar el momento
crítico y convulsionado que atraviesa nuestra nación, evidentemente cumpliendo
su función entre las cuales una emblemática es: ejercer el control sobre el
gobierno y la administración pública nacional.