En
el marco del desarrollo de un modelo de transformación de sociedad, que nació a
finales del siglo pasado en Venezuela, hoy en día República Bolivariana de
Venezuela, producto del desgaste de la población, en cuanto a aquellas
políticas públicas vinculadas con un modelo de país bipartidista, pero con
fuertes bases de lo que significaba los principios básico de una era
democrática donde: la alternancia en el poder significaba una condición sine
qua non para ejercerlo; asimismo, la independencia notoria de los poderes
públicos del estado-nación, que no respondían a intereses meramente políticos,
sino por el contrario respetaban la letra taxativamente del texto
constitucional como norma que rige las conducta de todos los miembros de la
sociedad venezolana.
En
efecto, producto del desgaste del bipartidismo y muchos problemas asociados a
la acción pública y distribución de las riquezas, fueron indudablemente los
detonante de un cambio de rumbo, que al parecer para 1998 representaba una
nueva era democrática con otra forma de hacer política, pero democrática; un
hombre de filas castrense fue el encargado de materializar el sueño para los
venezolanos; aquel hombre que a través de las armas intento sacar del poder al
entonces Presidente democráticamente electo Carlos Andrés Pérez; sin embargo,
tras su fallido golpe militar fracasado, años más tarde, luego de una conducta
democrática por parte del Presidente Caldera le otorga la libertad; para el 98
llega al poder a través del sufragio con convicciones democráticas; que se
fueron transformando por los elementos de la hegemonía del poder.
En
ese mismo contexto, permítanme comparar al ex presidente Chávez con el actual
mandatario nacional de Zimbabue desde 1980 (33 años en el poder), Robert
Gabriel Mubage, “un libertador que se convirtió en tirano”; perfectamente
vinculante con lo que representó aquel hombre que llenó de esperanza al pueblo
venezolano, ayudo a los pobres a través del asistencialismo, dividió al país y
sembró discordia entre los compatriotas, clasifico a los venezolanos de primera
y segunda, de malos y buenos, de patriotas y apátridas; por el solo hecho
natural de libre albedrío, “pensamiento diferente”; igualmente arrodillo a los
poderes del estado, violó la carta magna dictando órdenes a la justicia para
poner tras las rejas a una Juez que actuó en consonancia con las leyes.
Ahora
bien, el uso del poder y la subordinación de los otros poderes del estado:
judicial, moral, electoral y legislativo respecto al poder ejecutivo; eliminó
la independencia que como principio básico de democracia alteraron el normal
funcionamiento de la estructura del Estado y por consiguiente distorsionó las
acciones que tales poderes tomarían en casos de corrupción de altos
funcionarios de gobierno; a tal punto que las acciones que corresponden al poder judicial, son atribuidas por el ejecutivo.
Por
tal motivo, el sistema de control interno en las instituciones del poder
central y sus entes adscritos; se han convertidos en aparatos burocráticos de
carácter político que no aplican mecanismos de rendición de cuenta en el uso de
los dineros públicos: ejemplo de tales acciones son las sucedidas con el
proyecto bus caracas, obra emblemática notoria, donde se aprobaban
consecutivamente los recursos para darle ejecución y cada dos años nuevamente
se les otorgaba (el ex presidente públicamente se quejaba de la ineficiencia)
“llover sobre mojado”, claro está se logró la meta, pero costó mucho más;
estamos en presencia de actos notables de corrupción; es allí, que los órganos
de fiscalización y control deben de efectuar las auditorias respectivas y tomar
acciones legales contra funcionarios que han desviados los fondos, caiga quien
caiga…
Se
observa con preocupación, que tales órganos de control, son simplemente figuras
morosas que estructuralmente tienen un nombre, pero que inefablemente no ejerce
los mandatos que la carta magna y demás leyes venezolanas le establecen…
estamos sin lugar a duda, en un periodo de la Venezuela del siglo XXI con altos
niveles de corrupción del Estado-Nación, mientras los poderes públicos están en
los brazos de morfeo, abriendo expedientes que sólo quedan reflejados en
entrevistas y títulos de diarios informativos, pero al final del día, son
cómplices de la destrucción del erario público.
Finalmente,
estamos llamados a engendrar un nuevo modelo de gestión
pública, basados en la independencia de poderes, la transparencia en el uso
adecuado de los dineros; la rendición de cuentas indistintamente del gobernante
de turno, el poder político perverso no puede ejercerse para vulnerar los
preceptos que la constitución de la República estableció por orden del poder
popular, hemos vuelto a prácticas retrógradas de principios del siglo XX, con
autoritarismo, totalitarismo y centralismo.
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