lunes, 17 de junio de 2013

La Influencia del Poder Político, logró una Conducta Inefable en el Sistema Nacional de Control y Fiscalización Pública



En el marco del desarrollo de un modelo de transformación de sociedad, que nació a finales del siglo pasado en Venezuela, hoy en día República Bolivariana de Venezuela, producto del desgaste de la población, en cuanto a aquellas políticas públicas vinculadas con un modelo de país bipartidista, pero con fuertes bases de lo que significaba los principios básico de una era democrática donde: la alternancia en el poder significaba una condición sine qua non para ejercerlo; asimismo, la independencia notoria de los poderes públicos del estado-nación, que no respondían a intereses meramente políticos, sino por el contrario respetaban la letra taxativamente del texto constitucional como norma que rige las conducta de todos los miembros de la sociedad venezolana.

En efecto, producto del desgaste del bipartidismo y muchos problemas asociados a la acción pública y distribución de las riquezas, fueron indudablemente los detonante de un cambio de rumbo, que al parecer para 1998 representaba una nueva era democrática con otra forma de hacer política, pero democrática; un hombre de filas castrense fue el encargado de materializar el sueño para los venezolanos; aquel hombre que a través de las armas intento sacar del poder al entonces Presidente democráticamente electo Carlos Andrés Pérez; sin embargo, tras su fallido golpe militar fracasado, años más tarde, luego de una conducta democrática por parte del Presidente Caldera le otorga la libertad; para el 98 llega al poder a través del sufragio con convicciones democráticas; que se fueron transformando por los elementos de la hegemonía del poder.

En ese mismo contexto, permítanme comparar al ex presidente Chávez con el actual mandatario nacional de Zimbabue desde 1980 (33 años en el poder), Robert Gabriel Mubage, “un libertador que se convirtió en tirano”; perfectamente vinculante con lo que representó aquel hombre que llenó de esperanza al pueblo venezolano, ayudo a los pobres a través del asistencialismo, dividió al país y sembró discordia entre los compatriotas, clasifico a los venezolanos de primera y segunda, de malos y buenos, de patriotas y apátridas; por el solo hecho natural de libre albedrío, “pensamiento diferente”; igualmente arrodillo a los poderes del estado, violó la carta magna dictando órdenes a la justicia para poner tras las rejas a una Juez que actuó en consonancia con las leyes.

Ahora bien, el uso del poder y la subordinación de los otros poderes del estado: judicial, moral, electoral y legislativo respecto al poder ejecutivo; eliminó la independencia que como principio básico de democracia alteraron el normal funcionamiento de la estructura del Estado y por consiguiente distorsionó las acciones que tales poderes tomarían en casos de corrupción de altos funcionarios de gobierno; a tal punto que las acciones que corresponden al poder judicial, son atribuidas por el ejecutivo.

Por tal motivo, el sistema de control interno en las instituciones del poder central y sus entes adscritos; se han convertidos en aparatos burocráticos de carácter político que no aplican mecanismos de rendición de cuenta en el uso de los dineros públicos: ejemplo de tales acciones son las sucedidas con el proyecto bus caracas, obra emblemática notoria, donde se aprobaban consecutivamente los recursos para darle ejecución y cada dos años nuevamente se les otorgaba (el ex presidente públicamente se quejaba de la ineficiencia) “llover sobre mojado”, claro está se logró la meta, pero costó mucho más; estamos en presencia de actos notables de corrupción; es allí, que los órganos de fiscalización y control deben de efectuar las auditorias respectivas y tomar acciones legales contra funcionarios que han desviados los fondos, caiga quien caiga…

Se observa con preocupación, que tales órganos de control, son simplemente figuras morosas que estructuralmente tienen un nombre, pero que inefablemente no ejerce los mandatos que la carta magna y demás leyes venezolanas le establecen… estamos sin lugar a duda, en un periodo de la Venezuela del siglo XXI con altos niveles de corrupción del Estado-Nación, mientras los poderes públicos están en los brazos de morfeo, abriendo expedientes que sólo quedan reflejados en entrevistas y títulos de diarios informativos, pero al final del día, son cómplices de la destrucción del erario público.

Finalmente, estamos llamados a engendrar un nuevo modelo de gestión pública, basados en la independencia de poderes, la transparencia en el uso adecuado de los dineros; la rendición de cuentas indistintamente del gobernante de turno, el poder político perverso no puede ejercerse para vulnerar los preceptos que la constitución de la República estableció por orden del poder popular, hemos vuelto a prácticas retrógradas de principios del siglo XX, con autoritarismo, totalitarismo y centralismo.